Esta semana he estado muy conectada a Lilah, y es que en su día cuando decidí elegirla como palabra que describía el lugar donde siempre me he sentido yo misma, es ahí donde vuelvo cuando mi brújula interna no localiza el Norte.
Lilah (लीला), es una antigua palabra sanscrita que significa “Juego divino de la Vida”, es un mapa sagrado originado en la India que describe cómo evoluciona nuestra conciencia. Los sabios y maestr@as espirituales de la antigüedad jugaban como un modo de fortalecer sus valores y desarrollar la habilidad del autoconocimiento. “Lilah” quiere decirnos que estamos dentro de un juego, dentro de nuestro propio juego.
Lilah llega a mí como una forma de describir el juego desde la libertad del ser y no la necesidad. El juego donde no hay concepciones sociales, ideológicas ni religiosas. El juego que empodera desde el amor y crea identidad. Es el juego consciente en el que tu corazón es la única guía, y desde ahí y de forma innata se van creando las bases donde el ser humano conoce sus capacidades y desarrolla conocimientos y competencias sociales y emocionales.
Todo ello me llevó a pensar y sentir la importancia y lo serio que es el juego para el ser humano.
De pequeña me recuerdo jugando en la calle con mis amigxs, pasábamos de un juego a otro con gran espontaneidad y creábamos reglas de juego con la misma soltura y convencimiento crea un chef sus recetas. El juego nos alimentaba pues se nos olvidaba hasta el hambre 😉

También me recuerdo jugando sola en el que llamábamos el cuarto de “los juguetes”, donde en muchas ocasiones el juego que más me entusiasmaba era observar por la ventana e imaginar que volaba, descubriendo nuevos lugares inimaginables.
Me fascina aquello que dice David López en “Las bailarinas lógicas: Lilah” de: Un niño jugando en solitario es un Dios visible, disfrazado de animal vulnerable, que opera (que oficina) en un mundo invisible para adultos.
Deciros que me animé a escribir este post para compartir el significado de “Lilah” sin entrar más allá de lo que cada persona quiera profundizar en ello. Si os apetece saber más o e incluso jugar a “Lilah” os recomiendo el libro Lilah. El juego del autoconocimiento, de Graciela Cohen.
A través del juego, los niños aprenden a forjar vínculos con los demás, y a compartir, negociar y resolver conflictos, además de contribuir a su capacidad de autoafirmación jugando, aprender a tomar decisiones, asumir riesgos y también superar límites y miedos.