
No dejo de sorprenderme con la cantidad de posibilidades de juego, conexión, aprendizaje, disfrute y un sin fin de cualidades que nos ofrece el estar en la naturaleza.
Estos días acompañando a l@s niñ@s en el campamento finalizamos cada jornada haciendo un taller donde cobran protagonismo los elementos naturales más cercanos. Y me ha encantado disfrutar de todos y cada uno de ellos. En una ocasión hicimos unos comederos de pájaros (de los que ya hablamos en un post anterior, ¡pulsa aquí! >Comedero de pájaros), también pintar piedras, hacer colgantes con conchas, velas con cera de abeja o limonada casera con aromáticas del entorno, entre otros. Pero de los que más me han gustado ha sido el de descubrir y desgranar las semillas de un girasol, las de una espiga de trigo o sacar los garbanzos de su vaina. Y es que en esos talleres me descubro al igual que l@s niñ@s poniendo toda mi atención en ello, somos conscientes del alimento a medida que sacamos la pipa del girasol y nos la comemos, descubrimos y compartimos cuánto generosa es la tierra por todo lo que nos ofrece y sin nombrar el contenido curricular que pudiera haber en ello. Y todo mientras jugamos y estamos en contacto directo con la naturaleza despertando así nuestras habilidades y sensibilidades
Estoy convencida de que habéis tenido muchos momentos como éste que os cuento en el que os dejáis sorprender por lo que la naturaleza nos ofrece cuando descubrís algo nuevo. Y es que despertar al activista en el corazón de cada ser humano requiere mucho tiempo en la naturaleza especialmente durante la infancia y la juventud.



¡¡ Así que vamos, no lo dudes, tengas la edad que tengas, y vuelve a la naturaleza!!