El miedo, una palabra que va más allá de describir una emoción, traspasando la frontera de lo que nos transmite seguridad y calma. Que cobra protagonismo cuando nos sentimos tambalear haciéndole responsable de nuestros bloqueos, ansiedades e inseguridades. Pero, ¿es siempre así?
Me hago esta pregunta y me apetece hablar de ello, aunque esta cuestión daría para escribir un libro extenso, pues hay miedos tan diversos, como personas que lo puedan sentir.
Desde muy pronto, en los primeros años de vida, se van forjando interferencias (miedos adquiridos), miedos con los que no nacemos, patrones que nos han inculcado o hemos adquirido, generando pre-juicios que van bloqueando nuestro propio instinto de ser de manera genuina, en plenitud, y que por tanto lo vemos como algo negativo, convirtiéndose en el andamio de los pre-juicios personales y sociales que crean la separación y destrucción de la humanidad.
¿Es el miedo un sentimiento negativo?
El miedo es un estado de alarma, un mecanismo de defensa que nos ayuda a observar, a existir; el problema es que a veces se desboca y no podemos controlarlo, o lo vemos como algo tan malo que nos da miedo sentir miedo.
A lo largo de nuestra vida nos van sucediendo cosas que por supuesto nos generan malestar y procuramos evitarlas, pero he de decir que la mayoría de los miedos de hoy en día y que ya se fraguan desde la infancia, es el miedo infundado y que se ha convertido en el “opium” de nuestra sociedad haciéndonos más manejables y vulnerables. Pero el miedo, como emoción genuina nos permite crecer, nos acompaña para permitirnos ser con confianza cuando lo enfocas desde el amor y te permites sentirlo con dignidad y respeto hacia lo que es y hacia ti misma sin juicio.
Si has reconocido el miedo sentido de manera auténtica es el que te hace vibrar y ponerte en esa situación de seguridad, de cuidarte, de saber lo que no es bueno para ti y para los que amas. Ese es el miedo genuino, el que proviene de tu verdad y que no te lleva al bloqueo, sino a tomar decisiones acertadas para tu felicidad.

Y os cuento esto, porque es el que veo aun en muchas niñas y niños que son capaces de enfrentarse a situaciones en las que el miedo les invade, pero cuando se enfrentan a ello acompañados desde la confianza y el amor, se empoderan, aprenden ,se reconocen, crean identidad y aprenden. Y aunque esto que os cuento a muchos no les interesa, estoy convencida de que se está dando esa transformación desde el Amor y que el cambio hacia una mejor humanidad es inevitable!